viernes, 20 de noviembre de 2015

Primera paga sospechosa

Es de mañana, las cuales ya no volverán a ser las mismas que pasaba en casa de sus padres.
Cutruli, ahora, va camino a lo que siempre ha soñado, a su oficina,  hacia su tan ansiada oficina.
Nada hubiera sido posible sin Fisgón, al que poco conoce aun. Por eso, mientras camina, se pregunta quien sera  él.
En el camino decide entrar a un bar, un bar de mala muerte, sucio, en muy malas condiciones, tal y como él piensa que un detective debe frecuentar.
Se sienta en la barra, al estilo de los laburantes, y pide, ademas de un café con medialunas, un vaso de whisky.
Ante la mirada no tan sorprendida del cantinero, pero si de los pocos clientes que lo miran, -Cutruli, acusando que es su primer día de trabajo-, recibe rápidamente el vaso, y se lo bebe de un sorbo, para luego comenzar el desayuno tradicional, ese que también ha venido rápidamente, en ese bar donde se hace todo rápido.
En la esquina superior del bar, donde mas atrás están las mesas, y mas atrás, la oscuridad, a Cutruli le parece reconocer algo familiar, sobretodo una voz, pero se dice que debe ser su imaginación, producto del whisky que acaba de tomarse.
En el televisor, ve en las noticias, diciendo que la abundante humedad hará que por la noche llueva a cantaros, pero poca importancia le da a eso.
Al finalizar su desayuno, -volviendo a acusar su primer día de trabajo- pide otro vaso de whisky para el camino, y lo liquida de un saque como hizo con el primero.
Se comienza a marear, es una de las primeras veces que toma por la mañana, y las primera vez en el bar, -que algún día conocerá su nombre-, y de repente, le parece ver, en la oscuridad del bar, no a Fisgón, sino a su primer cliente, ese que no le había pagado su primer caso, ese que nunca había visto. Paga y comienza a acercarcele a él.
Al verlo, este huye corriendo hacia la calle,  para tomar un taxi y huir.
Como era posible que ese era quien no le había pagado, si Cutruli no lo había visto.
Eso se pregunta, pero no  fue la intuición lo que lo llevo a deducirlo, ni tampoco el hecho de que haya salido corriendo. No. Cutruli se dio cuenta que ese era el cliente por su voz, que hablaba por teléfono. Cutruli es, de ahora en mas, un reconocedor de voces.
Antes de salir del lugar, vuelve a pagar, pero esta vez la paga que olvido el sujeto que ha salido corriendo, lo hara ganarse el respeto del cantinero.
Y comienza a caminar en ese día nublado.
Tarda como media hora en llegar al sitio, porque se ha perdido, de lo mareado que esta, y porque a pasado por el periódico para publicar -nuevamente- sus servicios.
Al llegar a la oficina, para su sorpresa, esta Fisgón, que le dice, entre botellas de champagne, que tienen no un nuevo caso, sino una paga.
-Era un sujeto de voz grave-afirma Cutruli.
-Si, dice Fisgón- y le da los 2000 pesos. Y le agrega -cobras caro-.
-Si, toma, mil para vos, ahora te debo menos.
-Mira que yo también soy caro.
-Seremos caros entonces, pero los mejores.
Se dan un apretón de manos, inicial, de algo que aspira a lo grande.
Y así, de repente, suena el teléfono.
A trabajar, aunque también a sospechar.

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