lunes, 23 de noviembre de 2015

Los escritos de Fisgon

A partir de lo sucedido, ya muy de noche, como esperando que suene el telefono nuevamente, Fisgón realiza anotaciones diversas en una libretita, a modo de conclusión, tal vez.
-Que anotas-pregunta Cutruli.
-Esto que ya termine - y Fisgón le alcanza la libreta, la cual dice:
Estoy en casa, escondido, tirado, echado, sin nada que hacer, al igual que muchos de mis mas queridos amigos.
De vez en cuando se me da por salir a ver que ha sido de sus vidas, pero lo haga con mucha cautela, porque esta escapatoria tendrá fin el día que me atrapen.
Porque debo reconocer que me buscan.
Hasta que en uno de esos tantos día, ha sonado el maldito teléfono, y quien no que el loco de Evaristo, quien me ofrece comenzar un emprendimiento. Por fin me digo que me busca una persona que me ha querido.
Le acepto obviamente coordinando una pequeña reunión en la Zona de Pájaros, un bar de mala muerte en el que he pasado las mil y una.
Allí es donde Evaristo me dice exactamente como pretende hacer el emprendimiento, acusando una falta de oficina para trabajar.
Realizo una de mis travesuras allí, con el fin de recaudar fondos para la oficina, tal vez sin tener reparo en ello.
Una vez en la oficina, a la cual ceño con el dinero tomado, un hombre ha dejado un paquete que me ha sorprendido por allí contar con dinero.
Le comento a mi nuevo socio del tema y este me dice que es por una paga de un trabajo ya hecho.
Brindamos porque hemos comenzado con el pie derecho desde que arribe a este barco, hasta que un imbécil llama diciendo que su vecino tenia a su perro desaparecido.
No fue fácil, pudimos agarrar al animal, pero así también luchamos a puño con el individuo, que mas que serlo era un desquiciado total, un loco de remate.
Llevamos al animal donde nos dijo el gordo, pero no encontramos rastros ni de él ni de vida alguna, asi que dejamos atado al animal al pórtico de la portería.
Al volver esa noche, todo empapados a la oficina, el teléfono nos reclamaba una mala entrega de billetes por parte de mi socio, y un aviso, reconocemos que un poco tarde, sobre alguien que nos andaba buscando, alguien gordo.
-¿Es a modo de resumen?- mientras Cutruli le devuelve su libretita.
-Y si, algo hay que hacer.
-A dormir.
-A dormir.

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