domingo, 7 de abril de 2019

Dias de infancia de José Pablo Feinman

Era un camino de tierra...

Leí Días de infancia. La leí de a poco.
Joe Carter y su vida se merecen todo mi respeto. La novela se sitúa en una gasolinera desierta donde lo único que no es desierto son los acontecimientos. JOE CARTER LAS VIVE TODAS.
El abuelo Sam merece un parráfo especial.
Aquí está todo Feinman.

Novela nueva. Poseedora de todos sus recursos. No escrita para llenar páginas. Escrita porque está jugada. La novela está al límite. Al igual que su autor. Sabe que no le alcanza ni le alcanzará con todo lo que ha escrito. Sabe que su proyecto fracasó. No se canonizó. Por eso agota todas sus fuerzas. Feinman hace ver que todas las cosas parecen conspiraciones. La novela corre el apuro de su creador. Sin puntos aparte. Vuela. Corre. No se detiene. Una prosa así es dificil de lograr. Pero más dificil de soportar. O se la ama o se la odia. Ojo. Nada que ver con la retórica de La Astucia... aquí lo que triunfa es la novela. Por eso es la novela que es. Una novela cruel con tintes de amor. Pero el que fracasa es Feinman. Se queda. Sin fuerzas. Quema cartas. Se entendió.

Quien alguna vez se detenga por estas páginas, sepa que yo tambien me detuve en ellas para empezar una voraz rapiña literaria.

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